El Camino Inglés a su salida de Pontedeume: muy mejorable
Recorrer Pontedeume por su calle Real, fuertemente ascendente, es un lujo. Sus soportales son un auténtico tesoro granítico, sólo agredido cuando, rematando la ´decada de los 60 del siglo XX, un auténtico analfabeto con el título de arquitecto en el bolsillo derribó su ayuntamiento renacentista con el visto bueno -¡faltaría más!- de alcalde y concejales. menos mal que el delegado de Bellas Artes era Manuel Chamoso Lamas, que se mostró inflexible en que el edificio fuera reconstruido piedra a piedra.
La primera sorpresa, preámbulo de otra mucho mayor y más desagradable, está arriba de todo. Porque lo normal y lo que sin duda alguna haría un peregrino es visitar la iglesia de Santiago, que casi se roza con las manos.
Pero no. Algún ignorante decidió hacer girar el Camino Inglés a la izquierda y obligarlo a una penosa y larguísima subida por calles en estado lamentable y pistas que nada dicen. Por supuesto, de ver el simbólico monte Breamo, con su sobresaliente templo en la cumbre y sus panorámicas sobre la ría, nada de nada. Y del sendero -duro, difícil, maravilloso- que lo comunica con Pontedeume, menos aún.
De manera que algún burócrata tuvo a bien desviar el Camino Inglés por uno de sus tramos más horribles hasta que, una hora de calvario más tarde, empieza la tierra, que en verdad se agradece.
El peregrino camina por los lindes de un bosque. el macroesqueleto de la Costa Anacra, una urbanización a medio levantar por aquello de la crisis, apenas se ve, y esa es la buena noticia.
La mala la protagoniza el Ayuntamiento de Miño. No sólo dos de los tres puentes de madera se encuentran en un estado deplorable, sino que la vegetación comió por completo un área recreativa, y las dos fuentes del trayecto no funcionan.
Pero para puente maltratado, el medieval de Baxoi. No la obra en sí, cuyo estado es de notable, sino el entorno suburbial. Y no se trata sólo de limpiar y adecentar, sino de tuberías agresivas que estropean la estética del paisaje.
La entrada al pueblo de Miño es de tierra, sí, pero pegada a un muy alto talud coronado por la Autopista del Atlántico, dejando a la diestra las maltrechas marismas. Casas insulsas -sólo una tiene interés- y típico núcleo urbano actual gallego: un desastre.